No solo las prótesis son el objeto de la ingeniería biónica, cualquier órgano es susceptible de esta disciplina
La ingeniería biónica avanza a pasos de gigante. Desde las primeras investigaciones llevadas a cabo por Hugh Herr, último premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica, poco a poco se va mejorando los procesos para crear prótesis que logran emular la locomoción humana, permitiendo superar discapacidades, combinando inteligencia artificial, neurofisiología y robótica.
Actualmente las investigaciones van encaminadas a brazos que conectan directamente el cerebro con las próstesis biónicas. Así se consigue que el rango de movilidad aumente.
Y también se está trabajando para mejorar las técnicas de cirugía, evitando los riesgos que suele acarrear. Por ejemplo, en Australia han presentado un procedimiento para conectar el cerebro con el procesador de la prótesis sin cirugía. Con esta técnica, el ‘cableado’ se llevaría al cerebro a través de una arteria utilizando un estent.
Estos avances hacen albergar muchas esperanzas a las personas que necesitan estos miembros biónicos. De hecho, el catálogo de prótesis surgidas de la ingeniería biónica crece día a día. Piernas, brazos e incluso manos, que son los miembros más complejos y sofisticados.
Además, para las personas con parálisis o debilidad muscular, la ingeniería biónica está trabajando en los exoesqueletos. Recientemente, investigadores de la Universidad de Beihang (China) y de la de Aalborg (Dinamarca) han diseñado un robot exoesqueleto de los miembros inferiores. Concretamente de la rodilla.
Este robot realiza el movimiento natural de la rodilla y está diseñado para ayudar a pacientes con accidentes cerebrovasculares, para ayudarles a fortalecer su condición física. También puede ayudar a pacientes con parálisis en la rehabilitación.
Y no solo las prótesis son foco de atención de esta tecnología. La ingeniería biónica trabaja en reemplazar cualquier órgano de un ser vivo por un componente electrónico o mecánico, aprovechando las posibilidades que nos ofrece la tecnología. Por ejemplo, recientemente se le implantó a una persona un ojo biónico. Consistía en un chip colocado en el interior del ojo, unido a una cámara HD externa ajustada en unas gafas y a un procesador que estimula directamente la retina.
También la piel, que es nuestro órgano más extenso y el que conecta el cerebro con el mundo. Unos científicos de la Universidad de Tokio (Japón) están trabajando en una piel biónica que puedan monitorear nuestros signos vitales. La idea es que esa piel pueda detectar si una persona sufre un cáncer o si tiene problemas cardiacos, solo con tocarla.
Parece ciencia ficción, pero los resultados están ahí. Con ayuda de la tecnología estas investigaciones serán realidad en pocos años. Pasó con la impresión 3D y ahora ya está revolucionando el área de rehabilitación, ortopedia y traumatología. Al igual que la ingeniería biónica, la impresión 3D ofrece muchas posibilidades de aplicación y de mejora de la calidad de vida de los pacientes. Por ello es importante seguir trabajando en esas líneas de investigación.